El alcoholismo es una enfermedad que afecta por igual a todas las capas de la sociedad. Dada su disponibilidad y bajo precio de las bebidas alcohólicas, esta forma de adicción no es fácil controlarla. Los alcohólicos a menudo son personas con alto estatus social, los padres y líderes. Aunque consiguen esconder los efectos de su adicción y disimular delante de otros, lo peor lo pasa su familia.
Las personas que consumen cantidades menores de alcohol cotidianamente (una copa de aguardiente al despertar, durante la comida y antes de dormir) no consideran tener un problema. No manifiestan cambios notables de comportamiento como los alcohólicos, no crean problemas y no son propensos a conflictos, al menos desde su punto de vista.
Por otra parte, los que consumen mayores cantidades de alcohol a la vez, pero con ciertas pausas (una vez a la semana), tampoco creen que son alcohólicos. Ellos no beben siempre, no necesitan alcohol para realizar actividades cotidianas, lo consumen de vez en cuando para relajarse y disfrutar.
La sociedad empeora la situación adicionalmente, porque no se puede imaginar una celebración grande sin brindar. Asimismo, muchas personas en el alcohol buscan la salvación de la tristeza o el escape de la vida cotidiana difícil. De todo eso podemos concluir que el alcohol forma parte de la cultura. Las personas que no beben pueden sentirse rechazadas por su compañía, y este es el motivo significativo por el que el porcentaje de alcoholismo entre los jóvenes es tan alto.
Las consecuencias del alcoholismo en la salud
El alcoholismo también causa numerosos problemas en la salud, como:
- Enfermedades cardiovasculares
- Cirrosis de hígado
- Trastornos psicológicos
- Diabetes
- Daños de hígado
Las personas que luchan contra la adicción al alcohol y problemas adicionales de la salud, no son capaces de ocuparse de sí mismas, provocando así unos cambios en los roles familiares. En tal caso, los cónyuges y los hijos están obligados a asumir las responsabilidades adicionales, lo que deja consecuencias en su psique.
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Los hijos a menudo se culpan a sí mismos del alcoholismo en la familia
Incluso si todavía no comprenden la conversación entre los padres, los niños escuchan el tono elevado y sienten la agresividad aumentada. Si no se siente seguro, el niño al crecer desarrolla unos problemas de confianza en sí mismo y respeto de sí mismo. Bajo efectos de alcohol, los padres son propensos a cambios radicales de humor, mientras que el niño no sabe lo que puede esperar en tal entorno.
A menudo se culpa a sí mismo por la falta de amor de sus padres. Con el tiempo pueden producirse unos problemas cognitivos debido al constante temor que el niño siente. Los estudios han probado que los hijos de los alcohólicos tienen más dificultades para entablar amistades con otros niños de la misma edad, y son más propensos a desarrollar el comportamiento agresivo.
Cuando llegan a ser adultos, tienen dificultades de liberarse del sentimiento de culpa, que en muchos casos les acompaña durante el resto de su vida. Según las estadísticas, los hijos de los alcohólicos son 4 veces más propensos a desarrollar el alcoholismo cuando sean mayores.
La terapia familiar para el tratamiento del alcoholismo
Debido al alcoholismo pueden ocurrir numerosos problemas económicos en la familia. Bajo efectos de alcohol, las personas a menudo descuidan sus obligaciones en el trabajo. Asimismo, normalmente son más propensas a gastar mucho dinero, mientras que solo después de volverse sobrias se dan cuente de lo que han hecho. Si esto no cambia rápido, puede ocurrir la pérdida de trabajo, lo que pone en una situación aún más difícil a todos los miembros de la familia.
Los cónyuges empiezan mutuos reproches, y cada vez más dirigen sus frustraciones en los seres más prójimos. Los alcohólicos sienten una constante tensión y presión para cambiar lo más rápido posible. Lamentablemente, como no están preparados y no tienen suficiente voluntad para hacerlo, empiezan a mentir y ocultan lo que hacen, mientras que reprochan a los demás el hecho de que se hallan en tal situación. Las peleas a menudo como resultado tienen la violencia en la familia e infidelidad matrimonial, por lo que aumentan las posibilidades de divorcio y destrucción de la familia.
Independientemente del tipo de terapia para el tratamiento del alcoholismo, la familia siempre tiene un papel importante en el proceso de recuperación. Para aumentar las posibilidades de recuperación, todos los miembros de la familia deberían pasar por una educación sobre el tema y corregir su forma de comportamiento. Los cónyuges y los hijos deben encontrar la manera de superar todos los sentimientos negativos del pasado que siguen torturándoles y empezar una vida nueva.
Los miembros de la familia no deben reprochar al ex alcohólico. Al contrario, deben estar preparados para proporcionarle su apoyo, fortaleciendo de esta manera la familia. Reprochar al ex alcohólico nunca es solución y solo puede causar efectos no deseados.
La educación es un elemento clave de la terapia familiar para el tratamiento del alcoholismo. Todos los miembros de la familia tienen una parte de responsabilidad y, por lo tanto, deben aprender cuál es su papel en la recuperación. Solo con el entorno sano es posible conseguir la recuperación completa.
La terapia también demuestra cómo reaccionar de forma adecuada en el caso de las recaídas. Acusar y recordar el pasado son unas reacciones humanas, pero deben evitarse a cualquier costo. Los seguimientos médicos continuos son imprescindibles, para mantener la situación bajo control y asegurar los resultados estables.